“A un precio razonable, cené ostras de la bahía de Galway, pequeñas de tamaño, pero de un gusto exquisito.” Javier Reverte, Canta Irlanda (2014)
Galway mirando al mar en la desembocadura del río Corrib. |
En el
oeste atlántico de Irlanda, capital del condado de Galway (Contae na
Gaillimhe),
a 200 kilómetros de Dublín, es la cuarta ciudad de la República en población, pequeña, manejable, con universidad y situada al fondo de la
impresionante bahía de Galway. Corazón cultural de Irlanda y Ciudad del Cine
según la Unesco desde 2014, Galway es un ‘must’.
Un
buen sábado de primavera de 2014 nos plantamos en Galway en cómodo y moderno tren. De puerta a puerta desde Dublin Heuston en
menos de 2 horas y media por unos 40€ ida/vuelta. Con coche, el viaje es más o
menos igual ya que las dos ciudades están conectadas por moderna autopista (M4/M6).
Hay
alojamiento de todo pelo (hoteles de cadena, hoteles boutique, bed & breakfast)
pero limitado, así que es importante reservar con tiempo o estar al tanto de
cuando hay fechas especiales o religiosas, como el clásico irlandés de San
Patricio el 17 de marzo, Semana Santa o
si hay eventos especiales para cinéfilos como el festival de cine de Galway en
julio o numerosísimos otros
festivales.
Nuestro
alojamiento nos quedó un poco lejos, al oeste, en Salthill, a kilómetro y medio
del puerto de Galway. Salthill es la playa de Galway, una zona resort con
hoteles y apartamentos tristes, maltratados por la intemperie atlántica y las
típicas atracciones para sitios con playa donde a veces el tiempo no acompaña
(acuario, juegos recreativos y demás sitios feotes con luces de neón). Pero la vista
de la bahía es espectacular.
Nuns Island en el río Corrib. |
Más
que un hotel, Prairie House es un micro Bed & Breakfast sin el breakfast. Toma
ya. Según las distintas críticas en Trip Advisor, un timo para la gente
que busca que le sirvan o un sitio monísimo si eres una víctima del diseño de
interiores. Ejem.
Hay
que presentarse a ciertas horas porque por no haber no hay ni personal, así que
nos sentamos en un banco de cara a las grises aguas de la bahía mientras nos
comíamos unas deliciosas fresas que habíamos comprado en un mercadillo de fruta
y verdura en Galway. Sobre las cuatro de la tarde la encargada aparece por arte
de magia, abre la puerta y se apalanca en el hueco de la escalera con un
terminal para pago con tarjeta. Una vez que ha concluido el check-in (cobro y
entrega de llave) de seis habitaciones, desaparece. Por la mañana dejas la
llave en la puerta de la habitación y te despides de nadie. Tampoco tienen
página web, parece que se les agotó la energía tras comprar el dominio, y se
reserva en las plataformas de online habituales.
Básicamente,
Prairie House es una típica casa centenaria estilo British con seis
habitaciones, la nuestra minúscula pero con muy buen gusto y aseo con ducha a
escala pero moderno. No hay nada que desanime más que un baño grimoso, cutre o viejuno
cuando te pagas un alojamiento por ahí. Con vistas al patio interior, dormimos
tranquilos y el domingo por la mañana hicimos, literalmente, mutis por el foro
en busca de un ansiado y merecido breakfast.
En
resumen, carete pero con estilillo y gracias a dónde estaba hicimos el
fantástico paseo desde Galway, bordeando The Claddagh, hasta Salthill por la
bahía y los inmensos campos verdes de futbol, rugby y futbol gaélico. Incluido
el kilómetro y pico de desvío hasta Mutton Island (Isla de Carnero) en medio de
la bahía. La isla está vallada pero merece la pena para abrir el apetito u oler
a mar o algas. Un estupendo paseo con vistas. No repetiremos aquí alojamiento,
intentaremos encontrar algo más céntrico la próxima vez, pero tampoco nos
arrepentimos.
Familia de cisnes protegiendo a sus crías en el puerto de Galway. |
La principal
calle peatonal de Galway, es la suma de William Street, Shop Street, Church
Yard Street y High Street y aglutina lo más interesante de Galway en cuanto a
comercios y lugares de restauración. Comienza prácticamente a las puertas de la
estación de ferrocarril, cerca de una de las esquinas de Eire Square (Plaza de
Irlanda) y acaba en el puerto y desembocadura del río Corrib (Abhainn na Gaillimhe). En concreto en el Spanish Arch, donde antaño
amarraban los buques que comerciaban con la península ibérica.
Hay
de todo para entretenerse, beber, comer y comprar. En un lateral de Church Yard
Street se monta el mercadillo de fin de semana donde se puede comprar fruta y
verdura, comer o comprar distintas artesanías de la zona. El sábado noche
cenamos muy bien, unos pescados estupendos en el Latin Quarter Bistro en la propia High Street.
Para
fans del Hollywood clásico sin tiempo para buscar el pueblo ficticio de
Innisfree (en realidad, Cong) en Galway donde se rodó el clásico de John Ford, TheQuiet Man (El hombre tranquilo, 1951) con John Wayne y la dublinesa Maureen
O’Hara, en High Street dimos con la tienda de prendas de lana responsable de
parte del vestuario para el rodaje y así lo atestiguan fotos con los
protagonistas colgados en sus paredes. Mis zapatillas merinas de andar por casa
de O’ Máille fueron sin duda la gran
compra de este viaje.
La
sorpresa final de Galway es la zona de Spanish Arch, donde desemboca el río
Corrib, el río más corto de Europa, y se encuentran los distintos muelles de
vieja piedra del puerto de Galway. En una especie de piscina natural-artificial que
consiste en un ramal canalizado el río justo antes de su desembocadura, cerrado
por esclusas para crear una piscina deportiva con agua fresca, lo que viene
siendo muy fresca, de río, se juegan ligas de Canoe Polo, fantástica
combinación de waterpolo y kayaking. Merece la pena pararse un rato a seguir un
partido.
Partido de Canoe Polo en la desembocadura del río Corrib. |
Al atardecer se puede caminar hasta el final de los muelles de piedra
y ver los hermosos veleros tradicionales irlandeses de vela color vino volver
de sus excursiones por la bahía, los Galway hookers. Para verlos en más detalle
cuando están amarrados hay que ir al auténtico puerto industrial de la ciudad, en
Dock Road, donde hacen noche.
Corrib
arriba, hay una zona preciosa de la ciudad que incluye canales, como el
Eglington, bandadas de cisnes y otras aves acuáticas, esclusas decimonónicas,
islas de río como Nuns Island (la isla de las monjas) donde está la catedral de
Galway, el canal ajardinado de la orilla izquierda y los puntos de pesca de
salmón o trucha.
Por
supuesto si los acantilados de Moher son obligatorios en esta visita y no es
suficiente haberlos visto como los Acantilados de la Locura (Cliffs of Insanity) en The Princess Bride (La princesa prometida, Rob Reiner 1987), se puede ir en autobús
o alquilar un coche para visitarlos en el vecino condado de Clare. Están a 75
kilómetros. Un día iremos.
Galway hooker volviendo al puerto al atardecer. |
Otra
excursión que hemos dejado para otra ocasión son las Aran Islands, mini
archipiélago inhóspito y maltratado por el viento que cierra la bahía desde el
Atlántico. La Grande, la del Este y la del Medio, que así se llaman en irlandés
gaélico sus islas, son famosas por ser remotas, por sus merinas, sus jerseys de
ochos y sus ruinas prehistóricas. Sin árboles y castigadas por las inclemencias
atlánticas las visitaremos alguna primavera.
Merece
la pena visitar la ciudad de Galway, ya sea una visita rápida desde Dublin,
parte de un circuito mayor por Irlanda o como parada en la Atlantic Way, su
tamaño y encanto la hacen parada obligatoria.
@elsatrue
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